*se pone sentimental*
Ademas agradecerles a todos mis lectores, que el blog ya ha superado los 100 seguidores y todavia no lo puedo creer.
Como regalo, y aprovechando la fecha, y el hecho de que hace un tiempo deje de mostrar mis escritos, hoy quiero mostrarles uno de mis cuentos que escribi hara un año y medio para un concurso (no gane nada, sniff sniff). Espero lo disfruten
En la orilla
Deje
mis zapatos a un costado por debajo de mi campera, y luego apoye mis manos
sobre mis rodillas y me quede sentado sobre la arena, escuchando como se
mezclaba el sonido de sus granos, que eran pisados por la gente que caminaba
por la playa, con el de las olas golpeando las piedras.
Observe
los movimientos del mar, observe a sus bellas olas llegar y regresar. Llegar y
regresar. Mientras el agua salada me hacia cosquillas en los dedos de los pies,
pensaba, ¿Por
qué las olas del
mar pueden irse y regresar? ¿Mientras
que las personas se van, pero nunca pueden regresar? Nunca creí que ese tema
fuese importante. Nunca pensé que la naturaleza había sido más justa con el
mar, que con nosotros. Hasta que la conocí. Con su pelo negro, sus ojos
marrones, sus labios suaves y pequeños, y esa risa, ésa,
la mas contagiosa del mundo. Ella amaba el mar, tanto que a veces creí que lo
amaba más que a mí. Siempre que visitábamos la playa, me decía que escuche como
las olas golpeaban las piedras, como el viento acariciaba el agua, como el
simple roce de sus aguas saladas hacia felices a tanta gente. Gracias a ella me
di cuenta que el mar era una maravilla. Me enseño muchas cosas que me ayudaron
a mejorar como persona, ella me hacia más agradable, más perceptivo, más
sensible. Pero lo más importante es que lleno ese vacio que todos a veces
sentimos en nuestro corazón y que creemos que nunca se va a llenar. Y luego se
fue.
Ese
día habíamos tomado un café en su restaurante favorito. Luego ella fue a su
trabajo en el centro y yo a mi departamento a escribir un aburrido articulo
para la revista en la que trabajaba. Me hubiese gustado decirle algo más que
solo “Chau” en el momento que nos despedimos. Un “te amo”, un “te quiero”, un
“amor”. Pero no lo hice. Y es de algo de lo que no me dejo de arrepentir.
Porque su corazón de repente se detuvo, sin vacilar,
rápido,
sin poder asegurarse de que había alguna persona que lo amaba. Hubiese
preferido que ese momento llegara antes, cuando estaba conmigo y ser yo quien
este con ella en su ultimo momento, no aquellos desconocidos que no la conocían
y esperaron demasiado para pedir ayuda mientras ella agonizaba sobre una
asquerosa vereda.
Dejo
de pensar en ella en el momento que distingo el atardecer reflejarse sobre el
mar. La gente se esta yendo. El exterior del mar se ve más rosado, y dejo que
sus aguas me lleguen por encima de los tobillos. Siento que su agua me
purifica, me limpia, pero no me hace sentir mejor.
Porque
no importa cuantas veces venga a mirar al mar, ella no va a volver. Ella era
tan bella como las olas, pero no era como ellas. Ella se tuvo que ir, pero no
pudo regresar.
Anochece.
El cielo gris se refleja sobre el mar. Me recuesto sobre la arena y dejo que el
agua me acaricie mis piernas, mi espalda, mis cabellos. También puedo sentir el
sonido de la sal en mis orejas.
Cierro
los ojos y vuelvo a escuchar su risa acompañada por el sonido del mar. De
repente me encuentro completamente mojado y siento como la sal hace picar mi
piel. Pero no me importa.
Respiro
con tranquilidad antes de que las olas me vuelvan a tapar y me acobijen en sus
aguas. Así es varias veces. Hasta que llega un momento en el que, aunque el
agua se vaya por unos momentos, me cuesta poder seguir respirando con
tranquilidad, porque ya siento agua salada posada sobre los orificios de mi
nariz, y de mis labios y comienza a escurrirse sobre mi garganta.
Vuelvo
a sentir el agua taparme, y la escucho moviéndose, meciéndose sobre mí, pero ya
no se aleja.
Mantengo
mis ojos cerrados hasta que la dejo de escuchar. Ya no escucho, no veo ni
siento.
Después
de lo que seria un tiempo indeterminado para mí, vuelvo a escuchar el sonido de
las olas. De repente me vuelvo a sentar, sosteniéndome con mis brazos y vuelvo
a vislumbrar el mar. Pero éste
está más iluminado, más brilloso, más vivo.
Siento
un roce detrás mío y una pequeña risa. Cuando volteo ella me esta sonriendo. Es
ella. ¿Regresó?
No, yo me fui.
Escribes muy bien, ¡Feliz día del escritor a todos!
ResponderEliminarMe encantó Isa! Sos todo un escritor! jajaajaj
ResponderEliminarTe tag you a un booktag :) http://disfrutando-the-vita.blogspot.com/2014/06/booktag-futbolero-cba.html